¡POR FIN LLEGÓ EL DÍA!





¡POR FIN LLEGÓ EL DÍA!

Es un cuento colectivo escrito, en forma encadenada, por las alumnas y los alumnos de 2º E.P. del CPIP "Alces" de Alcázar de San Juan durante los meses de noviembre y diciembre de 2012 y enero de 2013.

(TRANSCRIPCIÓN DEL TEXTO ESCRITO A MANO)
Los niños se acostaron pronto, pero poco pudieron dormir pensando en la excursión que tanto tiempo llevaban esperando.
Quedaron en la puerta del colegio a las ocho de la mañana. En sus mochilas: bocadillos, zumos, alguna chuce y mucha ilusión y ganas de pasárselo “chupi”.
A lo lejos se divisó el autobús que los recogería y los llevaría a su destino.
Ana, Yoana y Ruth decidieron sentarse juntas detrás del todo, mientras Aldo, Noé y Rodrigo lo hicieron delante porque se mareaban en los viajes.
El autobús llegó y comenzaron a subir. Se colocaron en sus asientos, se cerraron las puertas y, en ese momento, Daniel el profesor indicó: - “Abrocharos los cinturones, comienza el viaje que jamás olvidaréis. Bienvenidos al “Bosque de los sueños”.
Por fin llegamos al “Bosque de los sueños”. Todos bajamos del autobús entusiasmados. Vimos flores de arco iris y pájaros fluorescentes. Ana, Yoana y Ruth salieron disparadas a tocar un pequeño animalito que Ruth quería quedarse, pero no pudo porque no podía salir del bosque. Yoana se despistó y se fue detrás de un pajarito. Ana y Ruth se preguntaron: - ¿Dónde está Yoana?
Decidieron ir a buscarla. Después de caminar una hora, se dieron cuenta de que se habían perdido y tenían mucho miedo. Siguieron caminando hasta que encontraron una cabaña abandonada y muy vieja al lado de un lago y como no sabían dónde ir decidieron quedarse allí.
En la cabaña había tres botellas de agua, pero no había comida. Las dos tenían mucho miedo y Ana empezó a llorar; decía: -¡Nunca saldremos de aquí!, nadie vendrá a buscarnos.
De repente empezaron a oír unos pasos y pensaron que sería algún animal peligroso. Pensaron que sería mejor ir a investigar y descubrieron que eran sus amigos Aldo, Noé y Rodrigo que también se habían perdido.
Las dos niñas empezaron a llamar s gritos a sus amigos: -¡Aldo, Noé, Rodrigo! -exclamaron las niñas-. ¡Estamos aquí dentro de la cabaña!
Los niños al oír los gritos entraron en la cabaña y vieron que sus amigas estaban igual de asustadas que ellos.
-¡Hola chicas!, ¿estáis perdidas?, preguntó Aldo.
-Nosotros sí, dijo Rodrigo.
-Nosotras también estamos perdidas y asustadas. No sabemos dónde está Yoana. Dijo Ruth.
Por suerte, Rodrigo recordó que llevaba un móvil en su mochila. Su mamá sólo se lo dejaba usar en caso de emergencia y, sin duda, estaban en una. El niño llamó, muy apurado a Daniel su profesor para contarle lo ocurrido y que vinieran a rescatarlos.
Daniel puso el grito en el cielo y salió corriendo a buscarlos. Mientras tanto, los niños se pusieron a jugar a las tinieblas, ya que estaban más tranquilos pues pronto vendrían a rescatarlos.
Daniel salió en busca de los niños, pero ya era de noche y no podía avanzar. Llevaba en la mochila una tienda de campaña y decidió acampar para descansar y reponer fuerzas para el día siguiente. Hizo un fuego muy grande y mientras ardía lo contemplaba muy preocupado. Mientras tanto, los niños en la cabaña, se quedaron dormidos.
Al amanecer, Daniel se despertó y salió en busca de los niños. Siguió y oyó un ruido. Siguió andando, miró, parecía un animal, pero no, era Marta que se había escondido entre los árboles porque tenía miedo. Cuando iban para la cabaña los otros niños los asustaron con máscaras de animales. Se pusieron los abrigos, porque hacía mucho frío, y se durmieron.
Estaban todos junto a Daniel menos Yoana y salieron a buscarla. Encontraron una cueva de caramelo y comieron muy poquito porque Yoana seguía perdida y tenían que encontrarla. Vieron un gato que adoptó Marta que se llevó un susto de muerte cuando el gato habló y les dijo dónde se encontraba Yoana.
Como se encontraban en el “Bosque de los sueños” y Noé siempre había soñado con poder hablar con los animales, su sueño se cumplió pues se encontraron una ardilla muy vieja que tenía bigote y se quedaron sorprendidos al oírla hablar. La ardilla les preguntó: -¿Dónde vais todos juntos por el “Bosque de los sueños”? Ellos respondieron que estaban buscando a su amiga Yoana. La ardilla, como era sabia, les dijo que ella no sabía dónde podía estar, pero sí conocía a quien les ayudaría, el pato que todo lo ve, y se dirigieron todos juntos a la laguna donde vivía el pato.
La laguna estaba tan fresca y cristalina que invitaba a darse un chapuzón y eso hicieron. Nadaron y se refrescaron. Luego Ruth, como era un poco glotona, fue a por el bocadillo que había preparado. Los demás salieron a jugar, unos al pilla pilla y otros al escondite. Emprendieron el camino hacia la cabaña, pero no recordaban bien la ruta. . Llegó la noche y estaban cansados, entre los seis inventaron una choza de ramas para así pasar la noche. Ya casi amanecía y, por allí, pasaba un cazador al que le llamó la atención ver a esas personitas. Se ofreció a llevarlos a su destino, pero antes los llevó a su tienda de campaña y les ofreció  chocolate caliente que agradecieron amablemente.
Después del chocolate caliente se echaron a descansar en sus camas. Después se levantaron todos y se fueron a dar un paseo por el “Bosque de los sueños” y se encontraron un conejo muy peludo de color blanco con unas orejas muy largas y rosadas. Ana se fue a por él mientras los compañeros le decían que lo dejaran. Ana consiguió pillarlo, se miraron los dos cara a cara y el conejo le dijo: -No me hagas daño, por favor.
Ana, Noé y Rodrigo empezaron a jugar con él mientras que Yoana, Ruth y Aldo preparaban la comida, unos bocadillos y fruta y sacaron una zanahoria que le dieron al conejo para que se la comiera. Al conejo le pensaron un nombre entre todos y decidieron llamarle “copo de nieve” y luego regresaron a la cabaña estudiantil.
Por fin llegaron a su destino inicial y allí estaban todos los demás niños de la excursión y algunos profesores esperándoles. No estaban preocupados porque Daniel ya les había llamado con el móvil. Entonces, ¿cuál fue su sorpresa? Les tenían preparada una fiesta para celebrar que todos juntos ya podían empezar con las actividades y rutas que tenían organizadas.
Todos los niños de la excursión empezaron los juegos: la comba, las vidas, lanzar la pelota al compañero, el salto de la rana, el escondite y el pilla-pilla. Después de jugar tenían sed y bebieron coca-cola, batido de chocolate, trina de naranja, trina de limón y akuarius, y comieron bocadillos de salami, jamón york, queso y nocilla. Cuando terminaron los bocadillos se comieron una torta de chocolate y virutas de sabores. Al terminar la tarta hicieron grupos de seis para hacer una ruta cada grupo. El grupo de Ana, Yoana, Ruth, Noé y Rodrigo cogieron el camino de las piedras rojas que llevaban hasta el camino encantado…
Los seis niños llegaron al castillo encantado por un camino de piedras rojas que llevaba a un puente que cruzaba un foso con agua. Llamaron a la puerta del castillo, pero nadie les abrió. Volvieron a llamar y esta vez salió un anciano que les preguntó que qué querían. Los niños le contestaron que estaban de excursión cerca de allí, que habían visto el castillo y se habían acercado para verlo.
-¿Es que no sabéis que este castillo está encantado y en él viven fantasmas y monstruos?- dijo el anciano.
Los niños se asustaron, pero querían verlo.
Entraron en el castillo que se llamaba “Drácula”. Estaba lleno de fantasmas feos, pero había otros muy bonitos que querían jugar con los niños y abrazarlos. Ruth y Ana, que eran más curiosas, entraron en una habitación donde había arañas, esqueletos y cuatro calabazas. Y a las calabazas les cortaron la nariz, los ojos y la boca y se las pusieron en la cabeza para asustar a Noé, Rodrigo y Aldo, pero apareció un fantasma malo y se asustaron ellas. Querían salir de esa habitación pero el fantasma estaba bloqueando la puerta y gritaron porque estaban muy asustadas. Sus amigos llegaron a rescatarlas, pero también se asustaron al ver al fantasma y a Ruth y Ana con las calabazas en la cabeza.
Luego del gran susto que tuvieron todos, salieron de la habitación y se encontraron con una enorme puerta que estaba cerrada. Como eran tan curiosos decidieron abrirla y ver lo que se encontraba en aquella habitación, pero se llevaron una gran sorpresa. En aquella puerta tan grande se encontraba guardado un gran  tesoro. Los niños no lo podían creer y empezaron a gritar de la emoción de haber encontrado el tesoro que consistía en una enorme caja de juguetes. Ruth y Ana, sin pensarlo, se pusieron a jugar mientras que Noé, Rodrigo y Aldo tenían un poco de miedo porque pensaban que estaban hechizados, pero luego de tanto pensarlo decidieron jugar y pasarlo bien junto con las chicas,
Los chicos y las chicas se cansaron de jugar y se fueron a continuar la ruta que había detrás del castillo. Y llegaron al autobús y desde allí fueron a sus casas, pero en realidad era un bosque que estaba en Francia. Anduvieron y anduvieron, un árbol se cortó por la mitad y ahí había círculos y círculos. Un hombre que pasó por allí les dijo: ‘Bonjour’. Ellos no sabían lo que significaba. El hombre de Francia los llevó al ayuntamiento de París y Yoana le dijo que los llevara a la torre Eiffel.
Un tío de Yoana los llevó al bosque y se fue y los niños se fueron a la ruta. Ruth, Ana, Yoana, Aldo, Noé y Rodrigo se fueron con Daniel, el profesor. Daniel y los chicos estaban cansados de dar vueltas. Habían sido demasiadas emociones en muy poco tiempo. Separados como estaban del resto del grupo decidieron ir a la estación de tren de París y buscar la forma de volver a casa. Como ninguno de ellos hablaba demasiado bien el francés les costó mucho hacerse entender y tuvieron que recurrir a las señas. Por fin consiguieron siete billetes para un tren con destino a Madrid que Daniel pidió a Ruth que guardara en su mochila. Antes de subir al tren las chicas quisieron ir al servicio. Ruth dejó la mochila en el suelo para lavarse las manos y al salir se le olvidó cogerla. ¡Menuda cara puso Daniel cuando no la vio llegar y se dio cuenta de que no traía la mochila!
Daniel le preguntó a Ruth, ¿dónde está la mochila? Ruth se dio cuenta que se la dejó olvidada en el servicio y corrió a buscarla, pero la mochila había desaparecido. Estaban todos cansados y asustados, no tenían dinero para volver a Madrid. Tenían que pensar un modo de ganar dinero para comprar otros billetes. Después de pensar mucho tiempo se les ocurrió como conseguirlo. Como era Navidad y sabían que en esa época del año todo el mundo es un poquito más agradecido, decidieron ponerse a cantar y bailar villancicos y se fueron a la puerta de la catedral de Nôtre Dame y allí Ana, Yoana y Ruth tocaban la pandereta y Aldo, Noé y Rodrigo los cascabeles y Daniel la flauta. Poco a poco consiguieron el dinero para comprar los billetes de tren. Se fueron a la estación y compraron los siete billetes. ¡Por fin llegó el tren! Todos se subieron y se fueron al vagón comedor porque tenían hambre.  
El viaje hasta Madrid era muy largo y después de comer se fueron a sus asientos para ver una película en las pantallas del vagón. La película empezó y todos se sorprendieron cuando vieron que aparecían todos los personajes que habían conocido en su viaje. Pero lo que más les sorprendió fue que ellos también salían en la película. Todos miraban fijamente la pantalla cuando de repente el tren se paró: ¡plaff! Otro tren iba por la misma vía y los dos se chocaron. Todo el mundo gritaba sin parar.
Afortunadamente, en el accidente, no hubo muertos ni heridos, sólo algunos rasguños y cardenales pero, por supuesto, el tren estaba averiado y el viaje a Madrid no podía continuar. Así que los seis alumnos y su profesor decidieron coger sus mochilas e ir caminando hasta el pueblo más cercano. Una vez allí consiguieron que los vecinos les dejasen cuatro caballos para continuar el camino de vuelta a España. Al cabo de dos horas, subidos en los caballos, intentaron hacerlos correr un poquito más, pero estaban muy cansados y ya era de noche. Así que pararon a descansar. Hicieron una hoguera y se sentaron a su alrededor. De repente, vieron una luz brillar en el cielo acercándose. ¡Era el hada de los sueños!
Por la mañana, cogieron los caballos que ya habían descansado y continuaron el camino. Tras una hora de camino, empezó a llover y tuvieron que parar. Encontraron una casa abandonada en la que pararon para comer y secarse la ropa. La lluvia paró y los niños cogieron los caballos y continuaron el camino. Tardaron tres días en llegar a Madrid, ya que tuvieron que parar muchas veces porque los caballos tenían que descansar y comer. Al llegar a Madrid, el profesor estaba muy contento y orgulloso de sus alumnos. Los niños tuvieron que despedirse de los caballos y devolverlos a su dueño.
El profesor estaba contento porque a los niños no les había pasado nada y se fueron a comer una hamburguesa, mientras esperaban el autobús para regresar a Alcázar. Ruth, Yoana, Ana, Aldo, Noé y Rodrigo se pusieron a cantar: “Un elefante se balanceaba…”. Los padres de los niños estaban impacientes por verlos y ellos deseando de contarles lo que habían vivido. Conforme iban bajando del autobús, abrazaban a sus padres y madres.

FIN

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